domingo, 3 de abril de 2011

LA CONVERSION DE LAS TELECOMUNICACIONES DOMINICANAS



Numero 8
Por Balbueno Medina
Los Telegramas y los Cablegramas que eran enviados a través de la Dirección General de Telecomunicaciones a los diferentes destinos, dentro y fuera del país, tenían que ser transmitidos al Centro Principal de Telecomunicaciones que operaba en la sede de la institución en la calle Isabel la Católica de la Zona Colonial.
Una vez los mensajes eran elaborados, atendiendo todos los pormenores y rigores de los códigos de la comunicación, los mismos eran enviados a sus respectivos lugares de destino y a las rutas correspondientes en el Distrito Nacional.
Los operadores que laboraban en una sección del Centro Principal de Telecomunicaciones que le llamaban Fonograma, se encargaban transmitir a los pueblos del interior vía telefónica, mediante la utilización de claves, los Telegramas que les eran asignados y esa misma tarea realizaban los que manejaban los teletipos que se encontraban instalados en la capital y en las principales provincias y municipios del país.
Cada Estafeta de la capital dominicana manejada una ruta, de acuerdo a la ubicación que tuviera, en cada barrio, sector o urbanización de la ciudad, a la cual les eran enviados los Telegramas y Cablegramas correspondientes a esa demarcación desde una Sección del Centro Principal de Telecomunicaciones de la DGT que le llamaban Despacho de Mensajes, la cual a su vez tenía a su cargo la distribución de los mensajes en toda la Zona Colonial, que era considerada la parte comercial más importante de la ciudad, debido a que en ella estaban concentradas las sedes principales de los bancos más importante del momento.
A nosotros nos correspondió iniciar nuestra incursión en el mundo de la Comunicación, a través del Despacho de Mensajes del Centro Principal de la DGT, ocupando la posición de Mensajero asignado a la Zona Colonial, lo que me permitió el privilegio de conocer muchas personalidades del ámbito político, social y empresarial dominicano, debido a que en muchas ocasiones tuve la oportunidad de entregarles de manera personal los Telegramas que les eran enviados a través de la institución y lo que en gran medida contribuyó a fundamentar mi crecimiento personal y el ascenso que paulatinamente fui escalando en el área que me he desempeñado toda la vida.
Para la década de los años 80s, figuras como Don Alejandro Grullón, en la Casa del Cordón, donde por mucho tiempo funcionó la sede principal del Banco Popular, Caonabo Javier Castillo y otras figuras notables de la vida económica y política del país, que ocuparon la Administración del Banco de Reservas, lo mismo que el doctor Freddy Pérez de la Asación la Nacional, en algún momento recibieron de nuestras manos los Telegramas que les fueron enviados a través de la DGT.
En esa misma ruta se encontraba la popular emisora Radio Guarachita, la cual tenía sus estudios y oficinas en un edificio que se encontraba en la Calle Palo Hincado casi Esquina Mella, lugar al cual me desplazaba a pie desde la sede de la Dirección General de Telecomunicaciones, a llevar la mayor cantidad de Telegramas que habitualmente se enviaban a la ruta de la Zona Colonial y que regularmente eran de carácter de urgencia, salutaciones y avisos que eran leídos permanente en ese medio de comunicación.
En definitiva, aunque para muchos, la década de los 80s, ha sido considerada la década pérdida, podríamos decir que esa aseveración debería atribuirse a algunas cosas en específico, porque en lo que tiene que ver con el crecimiento de la comunicación y el arte propiamente dicho, fue una de las épocas de mayor esplendor para la República Dominicana.
Nunca antes, como en la década de los 80s, la República Dominicana había dado un salto tan cualitativo y cuantitativo en materia de Telecomunicaciones, ni mucho menos en cuanto a la producción discográfica de calidad, que le han permitido al país el crecimiento de que disfruta hoy, por los éxitos de Juan Luis Guerra y la introducción de las nuevas tecnológicas de las Comunicaciones de que disfrutamos en estos momentos.
NOTA De eso nos encargaremos de hablar en la próxima entrega.

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